La fiesta debió mudarse de lugar tras la presión de manifestantes que rechazan el uso de Venecia como escenario de lujos inalcanzables.
La boda del fundador de Amazon, Jeff Bezos, con la periodista Lauren Sánchez generó una fuerte polémica en Venecia, donde el evento fue leído por algunos como símbolo de prestigio y atracción turística, y por otros como una muestra de desigualdad e insensibilidad social. Mientras autoridades locales y empresarios se entusiasmaron con la posibilidad de mostrar la ciudad al mundo como sede de una celebración millonaria, grupos sociales se manifestaron bajo el lema "No hay espacio para Bezos" y lograron que la fiesta cambiara de locación. La cancelación del atraque del superyate del magnate fue otro de los logros que exhibieron con orgullo.
En la semana previa, Venecia se transformó. Operarios montaron estructuras y descargaron mobiliario en la isla de San Giorgio, donde se estima que se desarrolló parte de la ceremonia. El NewYork Times informó que se habían reservado 30 taxis acuáticos y que más de 90 jets privados aterrizarían en el aeropuerto. En simultáneo, organizaciones como Greenpeace y Everyone Hates Elon desplegaron una pancarta en plena Plaza San Marcos: "Si podés alquilar Venecia para tu boda, podés pagar más impuestos". Las críticas apuntan al modo en que la ciudad se pone al servicio de eventos privados que, según los manifestantes, desalientan la vida comunitaria y fomentan la expulsión de los residentes permanentes.
El presidente de la región del Véneto, Luca Zaia, intentó suavizar las tensiones recordando que Venecia ha acogido históricamente a figuras incómodas, como Galileo Galilei. "Venecia es de todos", dijo al NYT. Pero entre los vecinos persiste la incomodidad: muchos ven en la expansión de Amazon y su sistema de entregas náuticas una de las causas del cierre de pequeños comercios. La llegada de Bezos, entonces, no solo encarna la fastuosidad sino también las consecuencias de un modelo económico que, según denuncian, margina a la ciudadanía.
En medio de este clima de tensión simbólica y real, la boda se convirtió en un fenómeno más amplio que un enlace amoroso: fue una postal perfecta del conflicto entre la celebración del lujo y la resistencia de quienes exigen ciudades vivibles, inclusivas y libres de servidumbre turística. Para unos, la opulencia genera trabajo; para otros, entierra definitivamente la identidad de Venecia.